O El pequeño saltamontes lo sopesa con sendos dos brazos superiores
Viene de aquí.
La semana siguiente descubriría que aquel grupito que localicé no tenía nada que ver con el Falun Gong, salvo quizá la indumentaria y el origen oriental.
El patinazo virtual del domingo me hizo planear con más cuidado mi siguiente incursión en el apasionante mundo del Falun Gong, disciplina prohibida hoy por hoy en China. Básicamente, le puse un mensaje El chino que me achuchó comentándole quién era y que quería sumarme al grupo de practicantes, y preguntándole en qué parte del Retiro se reunían. Me contestó muy cordial que se reunían en la plaza del General Martínez Campos, muy cerca del metro Ibiza, y cerca del Florida Park, a eso de las 12. Pensé que mi contacto andaba tan despistado como yo respecto al Retiro, porque la única dirección de Madrid que yo conozco que incluye Martínez Campos está en Iglesia y no en Retiro.
Imaginé que había cambiado un general por otro (siendo chino no parecía un error improbable) y me puse a tratar de localizar el general correcto en las inmediaciones del parque y cerca de la boca de metro mencionada. Google y el callejero tradicional que tenía en casa tampoco recogían esa supuesta plaza, ni ninguna que incluyera un general, pero a cambio sí pude localizar el Florida Park.
La cosa es que finalmente llegué al lugar correcto, otra vez sin bolso ni nada aparatoso, con mi camiseta térmica y mis leotardos debajo del chándal y eso sí, con gorro, bufanda y guantes y un poco de retraso. Dejando atrás dos vacas de la Cow Parade, entré por la puerta que daba a Menéndez Pelayo y encontré pronto el lugar, que efectivamente se llamaba Plaza del General Martínez Campos, pero como ocurre con la mayor parte de calles y plazas del Retiro, no aparece reflejada en los planos. Había un grupito de unas doce o quince personas y junto a ellas, en el suelo, unos cartelitos con información sobre el movimiento del Falun Gong o Falún Dafa (que es su nombre en chino) y las persecuciones de las que ha sido objeto, etc. Además, había un chico que repartía folletos y sonaba una música china extraña en un radiocasete puesto sobre el suelo. Digamos que el ambiente tenía un punto de Hare Christna, hare hare, pero sin pastelitos, sin calvos y sin crótalos o chinchines, que es como se llaman esos platillos que entrechocan de manera tan molesta si mis conocimientos de música de quinto de EGB no me fallan.
Escaneé el grupito en busca de mi contacto, pero no le vi. En la cabeza de la formación había un chino de unos treinta y tantos frente a una señora rubia a la que estaba instruyendo. Al verme escrutando al personal, el chico que repartía los folletos se acercó a mí. Le pregunté si mi conocido había venido, me dijo que no, pero que si venía a practicar por primera vez, me pusiera al lado de la señora rubia. Así lo hice. El chino, que iba vestido con colores oscuros y que era más alto y menos fuerte que mi contacto, permanecía de pie, con los ojos cerrados y la señora iba imitando sus movimientos con pericia relativa.
Pensando en que en algún momento el instructor/practicante chino tendría que abrir los ojos me pregunté qué efecto podría tener sobre su flujo de chi (energía) el encontrarse de repente frente a él un pasmarote desconocido vestido de rojo que le miraba muy fijamente. El hecho ocurrió un poco después, y me dio la sensación de que tardó en procesar la información. Un punto negativo, porque al menos en el Chikung los expertos sostienen que la práctica proporciona un estado de atención relajada que permite estar muy consciente de todo pero con tranquilidad, merced a la activación de un tipo de ondas cerebrales, las ondas theta.
El par de dos del profe y la rubia estaban haciendo una de las repeticiones del primer movimiento, llamado Abrir todos los canales, según me explicaría un poco después el profe. Como alumna aplicada que soy, había leído algo sobre los ejercicios en casa y recordaba el nombre de la primera postura. La página web del movimiento te permite descargarte dos libros fundamentales en pdf gratis (ya que el autor ha cedido los derechos). La cuestión es que la versión en español es un poco extraña, seguramente porque la traducción la han hecho voluntarios, probablemente de habla inglesa, y recuerdo que la víspera a mi madre y a mí nos había hecho mucha gracia la parte en que se explicaba que había que levantar ambos brazos superiores.
Yo supuse que el error provendría de que el original inglés dijese limbs (miembros, u órganos, según el contexto), pero mi madre, más festiva y multicultural que yo, dijo que quizá los chinos pensaran como los hindúes que ciertas divinidades tienen siete u ocho brazos y que realmente se referían a los brazos superiores. Me acordé vagamente del episodio de “Siete vidas” donde repiten hasta la saciedad eso de “sendas dos rubias” y me quedé “sopesándolo” (coletilla de otro capítulo), pero me dije que con tanto recuerdo nunca conseguiría introducirme en esto del Falun Gong.
Me entregué a la apertura de canales con energía…
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Nota: la construcción “sendas dos rubias” es incorrecta en castellano. Tengo la impresión de que la expresión errónea deriva del “both” inglés (amb@s, l@s dos) porque con frecuencia lo veo o lo oigo mal traducido, aunque también podría ser una simple ocurrencia del guionista de “Siete vidas”. Sea como fuere, esta palabra se utiliza mal muy a menudo. Como muchos sabéis, “send@s” significa “un@ a cada un@”, como en “les dio sendas bofetadas a sus hijas, por haber estado molestando a Elsinora durante toda la práctica”, es decir que le dio una bofetada a cada una. La frase siguiente debería señalar que al golpearlas en público el progenitor o la progenitora se compró un pase para la cárcel… como le pasó a esa madre andaluza… pero en fin eso ya es otro tema que nos apartaría de nuestras “sendas” (dos) gramaticales.