Un mundo, un sueño (Trampantojo)

Sábado 23 de agosto. Hoy he tenido un trampantojo vital. Iba yo muy ufana en metro para reunirme con una amiga en un lugar de prometedor nombre y de repente, sin mediar aviso, he visto que en el luminoso del vagón se formaba en color rojo el mensaje: Dirección Estadio Olí­mpico. De repente he creído estar aún en Pekín camino de algún evento deportivo. Me ha parecido oír un enjambre de voces diciendo “tickets, tickets”. La humedad ambiental ha subido repentinamente.

vagón de tren
Engin_Akyurt  – Pixabay

En mi vagón, casi vací­o por ser agosto, sólo había un chino alto vestido de negro y un grupo de ruidosos jóvenes cubanos (¿o serían jaimacanos?).

Tras pensarlo detenidamente he llegado a la conclusión de que era imposible que estuviera aún en Pekín 2008 (Un mundo, un sueño) y que más bien estaba en el Madrid que soñaba con convertirse en olí­mpica para 2012 y construyó estadios por doquier para finalmente ver cómo la capital de la Pérfida se llevaba la convocatoria al agua. Una vez comprendido esto, pasé por el Barrio de la Concepción para renacer como ser hispano y me bajé en Pueblo Nuevo, ilusionada con la idea de ver en qué consistí­an las novedades prometidas. Mi amiga y yo quisimos visitar el literario Callejón del gato, aquel en el que los espejos deformaban la apariencia de las cosas, pero estaba cerrado y terminamos en un pub irlandés rodeadas de pintas de Guinness y de London Pride y de pantallas que reproducían imágenes de los Juegos de Beijín y de ediciones anteriores.

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