“However” dijo Blair o un marciano en la Casa de los Comunes

Es miércoles. He estado estudiando lo que me parecen bastantes horas y decido hacer una parada. Pongo la televisión y mi errático paseo por las diferentes cadenas me hace caer en la BBC.
Es un programa tipo magazine pero dedicado a la política, llamado “Daily politics”. Se me ocurre que un título semejante en España se consideraría disuasorio para los espectadores y se rechazaría. Conectan en directo con una sesión en el Parlamento. Alguna vez he visto parte de alguna de estas sesiones en España. Por ejemplo, la dimisión de Cook, equivalente al Ministro de Exteriores, con motivo de su disensión respecto a la guerra de Irak me pareció vibrante y conmovedora.
Pero esto que veo ahora sin introducción en español ni notas al pie para explicar qué ocurre es lo más parecido a un concurso de rock por parejas o a un ring de boxeo en el que se enfrentaran dos luchadores vestidos de payasos, por el aire cómico, no por lo ridículo. El de la oposición menciona un hecho ominoso, el gallinero jalea. Se sienta. Blair se levanta (está al lado de su mínima tribuna, una mesa en realidad) con una carpeta llena de tiritas que señalan diferentes asuntos. Gesticula con fuerza. Se ha apoyado en su codo derecho. Su cuerpo ancho y potente llena la pantalla. Ríe. Argumenta. El gallinero contrario jalea. El de la oposición vuelve a decir algo. La risa flexiona sus labios gruesos, la risa asoma por sus gafas. Este jefe de la oposición, Ministro de Trabajo del antiguo gobierno, es un viejo zorro que resulta simpático, por eficiente, por conocedor de su espacio. Ambos demuestran unos reflejos excelentes. Retórica clásica y sentido del humor, rasgos que no sobran en el Congreso español. Los datos los tienen frescos, saben debatir, parecen creer en lo que defienden. “Ya que ambos nos vamos”, le está diciendo el oponente, “me gustaría aconsejarle que…”. A lo que Blair, tranquilo, le dice que no tiene mucho sentido que alguien que no ha ganado ninguna elección le dé consejos a alguien que ha ganado tres.
Ambos proyectan bien la voz, pero Blair es más ducho en esos menesteres. Derrocha energía física. Se toca maquinalmente las gafas como si las recolocara, pero no las mueve en realidad. En un momento dado se quita las gafas (momento importante), “however”, dice, y continúa diciendo. Están en medio de una especie de “capoeira”, mitad danza mitad lucha; si bien estilísticamente se parece más a un baile de rock por parejas, el chico subiendo a la chica por las alturas, o haciendo que se incline hacia atrás. Hay algo de chulería física en los ademanes de Blair y en los de su oponente; resulta chocante para una mentalidad española, bastante más formalista; pero resulta muy atractivo.
En lo que llamo el gallinero (porque tiene algo de corral de comedias: las personas apelotonadas, los micrófonos colgando) están los diputados de uno y otro partido, uno a cada lado. Tanto los laboristas como los conservadores interpelan a Blair por turnos. La forma de reclamar turno resulta chocante y confusa, porque se hace casi de manera simultánea a la intervención de otro diputado. Por ejemplo A rompe a hablar y una décima de segundo después distintas personas se ponen de pie brevemente y se vuelven a sentar, como en un ballet mal coordinado o como si alguien tuviera tentaciones de reventar el asunto cada dos minutos y luego se arrepintiera.
El que preside el Parlamento, con peluca blanca típica y su toga negra, o sus secretarios deben tomar nota de quién se levanta una centésima antes que el otro, porque una vez que Blair le haya contestado pronunciará el nombre del siguiente interpelador. Las preguntas pequeñas se mezclan con las grandes (“En mi demarcación, Su Señoría, recientemente cuatro vacas han cruzado la carretera sin mirar… Es inadmisible, ¡vacas irresponsables! La educación vial en vacunos deja mucho que desear ;-)))) y Su Señoría contesta a la pequeña o la gran cuestión elevada por el escocés o el galés de extraño acento.
La única adversativa que ha utilizado Blair en su larga intervención es “however”. No sigo muy de cerca la actualidad política, pero a juzgar por la lingüística, la cosa pinta mal para él. Se está quedando sin recursos.