Por San Críquet da caña a la kettle

Hoy último lunes de agosto es fiesta en la Pérfida. Y antes de que me preguntéis ¿qué santo es? como sistemáticamente me preguntan los españoles, os brindaré una nota cultural.

Como el santoral inglés no goza de tan buena salud como el de los paí­ses católicos (lo de irse inventando religiones estatales es lo que tiene, que se te descafeina el calendario) resulta que más que El Pilar o la Virgen de Agosto aquí­ se celebra a San Crí­quet. No lo llaman así­ exactamente -les suena papista, y aquí­ lo papista tiene muy mala fama-, sino que usan un eufemismo, Bank holiday.

Según nos ilustra la Wikipedia todo empezó con la pena que le daba a un Sir del siglo XIX que los empleados de los bancos tuvieran tan pocos dí­as libres (sólo cuatro desde 1834) y no pudieran participar en esa fantástica actividad llamada críquet, ni como jugadores ni como espectadores. Su propuesta de fijar más dí­as de vacaciones para los banqueros tuvo éxito y se convirtió en una norma en 1871. Parece ser que habí­a resistencias respecto a dar vacaciones a los empleados de banca porque al cerrar ellos todo el comercio quedaba paralizado. Con el correr de los años esas vacaciones se convirtieron en dí­as festivos oficiales. La fiesta de hoy es simplemente una summer bank holiday, así­ de sosa es la denominación.

La cosa es que en principio este fin de semana con San Crí­quet incluido iba a estar presidido por la visita de unos amigos suecos de F, que iban a venir cuando ella no estuviera porque ella tení­a una boda y luego se iba a no se qué sitio de Gales. La perspectiva de la visita despertó los dormidos instintos de orden y limpieza de F., y se puso a sugerir extrañas opciones para retirar la mesa del pasillo y retomar el turno de limpiezas, aunque para ello tuviera que obligarme a hacer el pino sobre el cuello contracturado.

Además de esto, como ella no iba a estar cuando llegaran el sábado me preguntó si yo estarí­a para abrirlos y me rogó que no les contara que fuma porros. Un cierto asomo de sensación de poder me acometió en ese momento, además de que me pareciera curioso cómo funciona esto del control del grupo primario del que procedes: tras casi diez años en Londres haciendo lo que parece y reinventándose dí­a a dí­a, la presencia de su amigo de la infancia -a quien no ve hace años- y su novia actuaba como un equipo de censores completo. Le dije que no dirí­a nada y quedamos en que más adelante me volverí­a a preguntar mis planes para el sábado para ver si les podí­a abrir o les dejaba las llaves en algún lugar.

La cosa es que el viernes me levanté tarde y F. ya no estaba. Patrick andaba entrando y saliendo del cuarto de mi casera, así­ que imaginé que le habí­a dejado a él encargado de ocuparse de los visitantes cuando llegaran y de ordenar la habitación donde se iban a alojar (luego me contó que él se habí­a ofrecido a ordenársela, porque ella andaba agobiada haciendo la maleta).

Cuando me dispuse a darme un baño, comprobé que el agua salí­a frí­a. En estos casos suele bastar con poner la calefacción un minuto para que el calentador reaccione y salga agua caliente. Pero esta vez el cuadro de mandos del calentador tení­a la pantalla en blanco. Toqué todos los botones posibles pero aquello no daba señales de vida.

Una de las ventajas de compartir piso con un productor es que le gusta controlarlo todo, así­ que en cuanto le conté la historia asumió la gestión del problema, llamó por teléfono a F. que debí­a estar en Gales. No me detendré en los detalles de intentos diversos que hicimos y demás, pero en todo caso, dado que el calentador está en mi cuarto, es fácil imaginarse que todo esto me hizo perder tiempo y concentración. El viernes noche salí­ para despedir a una amiga que vuelve a España y justo antes de irme, Patrick me comentó que el electricista estaba de camino, ya que parecí­a tratarse de algo eléctrico y no de algo del propio calentador. Pensé que qué felicidad si lo arreglaban cuando yo estaba fuera y cerré la puerta.

La cosa es que cuando regresé por la noche -después de una velada muy divertida- no habí­a agua caliente. Me temí­ lo peor, teniendo en cuenta que el lunes es fiesta, con lo cual iba a ser difí­cil conseguir un electricista antes del martes. Patrick me contó que habí­a venido el electricista pero que no pudo hacer nada porque debí­a haber un cuadro de fusibles intermedio que no localizaban y que era donde estaba el problema. F. me llamó al móvil para disculparse por el asunto y para sugerirme que me fuera a duchar a casa de la estatua de sal, que ya estaba al tanto de la situación y que es una persona dulce, pero tan dulce, you know. Yo pensé que bastante habí­a tenido la pobre F. tratando de solucionar estos problemas a distancia y en fin de semana, así­ que le dije que no se preocupara que ya me apañarí­a. Patrick andaba calentando la kettle que se suele usar para calentar el agua del té o cocer verduras (vertiendo el agua en una cacerola) para iniciar su toilette por partes, que dirí­a mi madre. Andaba yo pensando que era bastante surrealista que estos amigos vinieran como invitados a una casa sin agua caliente y tuvieran que lavarse por partes o bien usar la ducha de una vecina, pero P. me comentó que al final se habí­an alojado en casa de otros amigos, básicamente porque F. les dijo que la llamaran no sé qué dí­a y como ellos no lo habí­an hecho, ella habí­a tenido la excusa perfecta para hacerse la despistada. Curiosa amistad esta en la que no te ves en años y te dedicas a fiscalizar la nueva vida de tus amigos y a la mí­nima te zafas de ellos (habrí­a que conocer la otra versión de los hechos, por otra parte).

Ayer domingo cuando por fin me decidí­ a usar la hospitalidad de Helen Estatua de Sal resulta que habí­an salido, así­ que repetí­ lavado de campaña kettle mediante. A ver qué suerte tengo hoy.

Al menos está haciendo muy buen tiempo. Gracias, San Crí­quet.

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Editado para completar la información sobre el origen y significado de las bank holidays. He puesto nuevos datos en el párrafo correspondiente, y ahora pego aquí­ la entrada en español de la Wikipedia, escrita por mi vecino del norte Rafa.

7 respuestas a «Por San Críquet da caña a la kettle»

  1. Pues nada, Elsinora, valor y al toro. El agua frí­a reafirma y tonifica los músculos, así que no hay mal que por bien no venga.
    Oye, curioso lo de las “bank holiday”, ¿no? Más curioso aún es que, por lo menos en España -o en Galicia, no sé- los de los bancos cada día trabajan más. Ahora se ve luz en muchas sucursales por las tardes. Y las horas son un “donativo” a la empresa. Vamos, que dentro de nada se inventan aquí­ también unas “bank holiday”. Mira, mejor unas “riverbank holiday”, y nos vamos todos de picnic.

  2. El agua fría es lo peor para las contracturas, me temo (de hecho algunas contracturas son una reacción al puro frío). Pero en fin, espero que mañana la cosa esté ya resuelta.
    Y sobre los bancos, no sé qué decirte. En algunos de la City trabajan un montón de horas, incluso en fin de semana, en algunos departamentos. Pero en mi experiencia en España/Madrid no ocurre así: muy pocos abren los sábados por la mañana, por ejemplo.

  3. Ya veo que estás en todo, Rafa 🙂 Viene bien saber que si me despisto alguien me echará un cable. Por ahí­ arriba (Irlanda) es dí­a laborable ¿no?
    Y sí, hay que ver qué mal “timing” con el calentador.

  4. Paciencia, guapa, que todo se andará.
    Hay que ver la de usos que tiene una kettle. Definitivamente, quiero una.
    Más besos

  5. Ay, qué recuerdos me trae la kettle (aunque me acabe de enterar de que se llama así). En mi casa se implantó su uso cuando era pequeña. Creo que es la única nota cultural que hubo en la familia producto de la emigración de mi padre. Yo, que me deshice de todo trasto sobrante mudanzas mediante, conservo la primera de ellas. De aluminio. Tapa roja. Acabo de ir a comprobar si la conservaba ¡y sí­!. A partir de hoy le celebro el santo, como hay dios.
    Por otra parte, muy instructiva esta demostración de la universalidad de la Ley de Murphy: todas las averías ocurren en viernes, preferentemente si es ví­spera de puente (como apunta Rafa, aprox.). Semejante hito cientí­fico se merecía su versión en refrán, of course. Y le has inventado uno genial. Juro usarlo en adelante. De verdad te lo digo. Precisamente ahora me viene al pelo, así­ que empiezo ya: “Por San Críquet da caña a la kettle”. Mira, me estoy relajando, relajando… ¡cómo es esto de la sabiduría popular, qué maravillosos efectos tiene! Gracias, Elsi.

  6. Pues sí­, paciencia y saliva… Pero, vamos, que donde esté una buena ducha que se quiten las kettle de última generación (las hay sin enchufe).
    Y sí­, Teresa, las kettles son viejas amigas de este blog (artí­culo: https://bdbaloncesto.com/minoentender/?p=190), aunque la tuya tiene más solera que la de mi casa (aunque esta tiene más cal, seguro :-)) Me alegro de que te haya gustado el refrán de nueva invención. Se ve que mi lado castizo tiene su punto a veces.
    Por cierto, de aquí­ al 7 tendré que centrarme en la tesis y dosificar las actualizaciones: con tan pocos dí­as para rematar y con el cuello de nuevo rebelde, no me queda otra que centrarme.

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