La cita en sí fue accidentada, porque la recepcionista se equivocó y me dio mal la hora, con lo cual, cuando yo aparecí a la hora inicial mentalizada para convertirme en acerico -todo lo mentalizado que pueda estar para ello alguien que no es fakir ni masoquista, pero que necesita relajarse para sentirse mejor- vino la sonriente recepcionista a explicarme que se había equivocado y que bla, bla, bla (por cierto ¿cómo se reproducirá el bla, bla, bla en chino?).
Arreglamos una cita para un poco más tarde, me volví a la biblioteca “la clínica está muy cerca de mi facultad- con mi Ulysses y mi Borges, y al rato regresé a lo que pensaba sería mi sesión de costura resignada a hacer de acerico, aunque lo que me esperaba en realidad era una sesión de cocina, parrilla más bien, Elsinoriyaki, podríamos llamarlo. Pero no adelantemos acontecimientos. Al formalizar la cita me habían hecho rellenar una minificha médica que ahora tenía en sus manos una china de mediana edad, aspecto sereno y con un ojo estrábico (confié en que el famoso ojo clínico que se atribuye a los buenos médicos fuera el otro) enfundada en una bata blanca impoluta. Su inglés era mejor que el de la recepcionista, pero tampoco para tirar cohetes. Resultó que era “the doctor” (la ambigüedad del inglés no te informa del género, pero conociendo a Yoko yo tenía que haberme imaginado que se trataba de una médico mujer).
Me preguntó qué me pasaba, se lo conté (dolor, tensión, muchas horas de, estrés), me preguntó si dormía bien, le dije que sí, que me levantaba con dolor de cuello pero dormía bien, comentó que para mi edad no era normal tener ojeras (¿?), que mi cara debería ser brillante/luminosa (?) en lugar de oscura y me tomó los pulsos (no sé como se llamará en medicina china) en los laterales de las muñecas. Me pidió que le enseñara la lengua y anotó algo en el informe minimalista que había empezado a rellenar yo misma.
Diagnosticó “low energy” y falta de equilibrio (no en plan vértigo, que también puede ser, ni en la dieta, que también, sino en plan yin y yan). Vamos, que voy circulando por el mundo con la reserva encendida y los amortiguadores a su aire.
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La serie “Aceptamos Elsinora como pincho moruno” va dedicada a Metrolando, como guiño a sus investigaciones borgiles. Espero que le guste.