Muñecas de Famosa

Estas lí­neas que estás leyendo las ha escrito una muñeca de Famosa. Bastante crecida, eso sí­, tipo muñeca Rosaura y no tan rosácea, pero con igual nivel de flexibilidad en sus articulaciones y músculos. Estoy literalmente hecha un nudo. Puestos a tener nudos, o lí­os, casi preferirí­a yo la cosa metafórica de estar confusa a este moverme como una tabla y este dolor de cervicales y hombros de sol a sol (es una forma de hablar, que aquí­ el sol no lo vemos desde abril).

¿A qué se debe semejante transformación?, diréis aquellos de vosotros a quienes no haya comentado (o martirizado hablando de) mi tendencia a la contractura. Pues a una combinación de cosas, supongo. La mayor parte de la tarta se la lleva el carapantallismo, generador de tensión y malas posturas (bueeeeno, vale, quien adopta las malas posturas soy yo, lo sé, pero el carapantillismo me incita a hacerlo; y bueeeeno, vale, también yo podrí­a tomarme las cosas con más calma, trabajar menos horas, no terminar nunca el proyecto y hacer una gran chapuza pero sin alterarme nada, pero no me sale).

Mi cama antianatómica no ayuda, cierto, ni tampoco el sedentarismo. Sin embargo, creo que si la exploto convenientemente esta naturaleza muñequil puede reportarme beneficios en algún circo. Entre el que traga sables y la mujer barbuda, Elsinora, la muñeca de Famosa que escribe post para un blog. O la muñeca de Famosa que enseña español. Tiene su punto, ¿no? Bastante mejor que un Nenuco que moja el pañal o hace pompitas. A ver si ponen en una carpita en la zona del Southbank, junto al rí­o, y allí­ me voy vestida de muñeca Rosaura y me pongo a escribir y a moverme como el robot de palo en el que me he convertido. No serí­a un mal verano (buenas vistas, buen ambiente, público multicultural, los libros de segunda mano sábados y domingos delante del NFT) y podrí­a ir escribiendo la Dissertation sobre el Ulises a ratos. Incluso podrí­a ponerme a escribir esa novela que tengo pendiente escribir. En fin, que tampoco es tan malo estar hecha un nudo. O sí­.

No sé, no me hagáis mucho caso, que estoy hecha un lí­o, ya digo.