Curvas Bézier, mindfulness y anacolutos

Dicen los orientales que la atención y la intención lo rigen todo y que sabiéndolas gestionar se puede conseguir cualquier cosa. Así que me siento, abro el ordenador, cojo cuaderno y boli y me dispongo a centrar mi atención en la clase con toda mi intención puesta en ello. Enfoco al profesor y a la pantalla del proyector como si no hubiera mañana. Todo a rojo y par y que se acabe el mundo.

Al poco, los extremos de mi foco de atención se ven invadidos por ciertas “turbulencias“: el Facebook que está viendo una, la imagen del cogote de otra inclinado sobre el WhatsApp, otro más que atraviesa la fila para enchufar su móvil, otro en la parte posterior del aula que es incapaz de localizar su teléfono que está sonando y que no ha apagado por si recibe una oferta de trabajo.

 

teléfono sonando

Si mi atención fuera una lámpara según la analogía de los libros de meditación, la llama estaría en modo marejadilla a fuerte marejada, parpadeando como loca a punto de apagarse. Respiro hondo, me repito lo interesante que es este curso y lo mucho que puedo aprender y vuelvo a atender como una lámpara a pleno gas.

En cuanto recobro cierta paz irrumpe en el aula sin llamar una de las coordinadoras como si estuviéramos en un sainete y no en un curso oficial. Va hasta el profesor y le dice que salga con ella. Al rato, sin dar explicación alguna vuelve el profesor. Otra respiración profunda, y miro mis apuntes para recordar por dónde íbamos.

Prosigue la clase y mi compañera se levanta para ver si el sonido que ha oído era del móvil que tiene cargando en el pasillo, porque no se le ha ocurrido pensar que pueda cargarlo en el USB del ordenador y así no molestar a nadie a cada rato (este tipo de opciones, por lo que he visto a los anacolutos les suenan a Física cuántica y además la opción de no molestar a los que intentan atender no parece una variable a tener en cuenta en esta peculiar clase). Es una falsa alarma, así que vuelve a su sitio después de obligarme a moverme para dejarle salir y luego entrar (y es que nuestras mesas son tamaño Pin y Pon).

Mensaje de socorro con curvas Bézier
Mensaje de socorro con curvas Bézier

En Chikung dicen que donde uno pone la intención es donde se va su energía, pues bien, tras las dos primeras horas de clase, mi intención es cogerlos y matarlos a todos, pero mi energía solo me daría para llamar a un sicario, dónde encuentro yo un sicario de confianza y económico en pleno mes de julio, estarán todos en la playa, por no mencionar el pequeño detalle de que soy pacifista, así que respiro hondo una vez más y me sumerjo en el maravilloso mundo de las curvas Bézier y sus encantadores tiradores y sus intuitivas tangentes. Lo menos que me puede pasar es que no haya cerrado la forma como me acaba de ocurrir o que haya hecho la curva al revés, anda, mira, si parece una soga, ¿algún voluntario para probarla?

Creo que mis intenciones se están enturbiando un poco, pero estoy segura de que si consigo concentrarme en este maremágnum y seguir las explicaciones a toda leche y en tono monocorde del profesor, mi capacidad de atención habrá pasado al siguiente nivel y seré virtualmente inmune a todo tipo de maniobras de distracción y tortura

No puedo garantizar un dominio total del dibujo vectorial, pero a quién le importa el dibujo vectorial cuando tu salud mental y tu ficha policial están en juego…