La magia vuelve: Un pub en un no-lugar

Buenas noticias. No todo está perdido. Cuatro meses en Londres no agotan la novedad. Todavía hay cosas sorprendentes y con cierto halo mágico. La primera fue magia negra, digamos: magia de malote y magia nocturna. Ir a un club tipo antro en la zona de Kings Cross, The Key donde antes había almacenes y prostitutas y ahora hay almacenes reconvertidos en antros ‘cool’ y prostitutas desperdigadas en los vacíos de los antros ‘cool’. Antros ‘cool’ custodiados por maromos de 2 metros por 2 metros y súper montados pero en fin. Y la segunda, el Royal Festival Hall, en Southbank, en la orilla Sur del río junto a Waterloo, Embakment y no lejos de Charing Cross (a tiro de puente, por así decir). Lo mágico de la primera -no sé si llamarla “epifanía”- era el entorno. Hubiera sido imposible que llegara yo sola, porque en realidad aquello era un “no lugar”. Naves, solares… quién buscaría ahí nada. Había dos colas, una para los que estaban en la lista de invitados, que pagaban algo menos por haber reservado y otra para los no invitados. La de los no invitados estaba prácticamente vacía, lo cual era una buena noticia y una mala noticia a la vez para mí: de qué me servía entrar sin esperar si luego iba a tener que esperar dentro, sola.
Chupitos de Sambuca (un anís dulce), varias salas, tecno y tecno orgásmico con un D.J. del continente –como llaman por aquí al resto de Europa-, danés creo recordar. ‘Seguretas’ con auriculares, linternas, cachas, echan a uno raro por supuesta pedofilia. La Stella Artois, la cerveza belga, (4 libras) más cara que un vino o un combinado (3,50). Agua mineral a 2 libras. Dos andróginas de diseño bailan una frente a la otra. Yo me empeño en que todos los tíos de nuestro grupo son gays salvo los que están emparejados y dos que me tiran los tejos, uno por el éxtasis y otro de veras (o eso creo, mi inglés en esas condiciones de ruido y de lengua pastosa de mi interlocutor no facilitan las cosas). Subimos a una plataforma en la sala orgásmica. Me agobio por la falta de espacio (o te centras en no dar a la gente y evitar los codazos o te relajas y bailas) y entonces el problema es cómo bajar sin pisar a nadie y cómo llegar a donde están tus amigos (es un decir lo de amigos).

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Este post va dedicado a Angelina Jolín, porque tienen un aire de familia.

5 respuestas a «La magia vuelve: Un pub en un no-lugar»

  1. ¿Tanto sube la autoestima en Londres, que una cree que son gays los que no le tiran los tejos?. Ya me imaginaba que algo así sólo puede ocurrir en un no-lugar del extranjero.
    Bueno, como Mi no entender (otra carencia), te empezaré a tirar los tejos para dejar las cosas claras (¡uy! es al revés ¿no?).

    Un abrazo y perdón por esta chorrada.

  2. No es un asunto de autoestima, creo, sino de despiste total. En medio del mi no entender, decides descartar del “entendimiento” a los que te tiran los tejos y sientes cierto alivio epistemológico, por decir un palabro, aunque bien mirado no tendrías por qué descartarlos. Ya no se sabe quién entiende, quién no ni quién es mediopensionista: la “pluma” depende mucho del contexto cultural.
    Un abrazo para tod@s.

  3. no es ninguna exageracion lo de los gays, cada día hay más. Lo de que se casen y adopten es una cuestión de supervivencia de la especie. Y digo yo ¿realmente somos tan malas las mujeres que tantos huyen de nosotras? ¿no sabemos tocar la flauta como antes?
    Je, je.
    Besos

  4. Reconocer a los homosexuales el derecho al matrimonio y a la adopción es básicamente una cuestión de justicia/igualdad (no sé al resto pero a mí me emocionó mucho el momento en que se aprobó la ley) y también tiene la vertiente de renovación generacional que señala Begoya (que no se me había ocurrido, por cierto) sobre todo en países con baja natalidad como España.
    Sobre las mujeres, la flauta y la homosexualidad, couple of things, como dicen por aquí. En primer lugar, sospecho que las mujeres siempre hemos tocado la flauta tan bien o tan mal como ahora, sólo que los hombres no hétero (no confundir sexo con género) en cuestión no tenían libertad para declarar que preferían otros intérpretes, que tocada así la música no les llegaba. Segunda cuestión, “homosexual” comprende a gays y lesbianas, y está claro que las lesbianas valoran mucho cómo tocan las féminas o ciertas féminas al menos.
    Un tema complejo, éste de las escuelas musicales y las secciones de las orquestas, ¿no?

  5. totalmente de acuerdo contigo, corazón. Tan solo dejar claro que mis palabras iban dirigidas con el mayor de los cariños hacia todos los homos del mundo. De hecho, hace unos días le pregunté a una amiga lesbi, arrejuntada, que no casada todavía, y con un bebé precioso fruto de una inseminación, su opinión sobre el tema. Ya sabes, me gusta meter mano a temas candentes…

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