Caída y auge de Reginald Perrin durante los Brit Awards

El título procede de un capítulo de una serie de humor inglesa de hace unos cuantos años, de la década de los noventa (ojo, no he dicho “noventas”: se ve que mi español todavía está saludable ;-))

Aunque en este caso el orden es el contrario, auge y caída.

La cosa es que anoche, día de san Valentín, fui con S. a casa de sus amigos músicos irlandeses. El plan era ver juntos los Brit Awards (enlace en inglés y aquí en español) , una especie de Grammys pero de la industria discográfica inglesa. El presentador es el peculiar Russell Brand “una” histérica despeinada con un cierto magnetismo y un vocabulario muy superior a la media de locutores (aquímás info, en inglés). La casa de los hermanos en cuestión es peculiar cuando menos, porque la madre sufrió un infarto y está en una silla de ruedas y ellos no se preocupan mucho de menudencias como la limpieza, el orden, o la decoración. Keiran echa mucho la culpa al entorno (su aborrecido Lewisham), pero me doy cuenta de hasta qué punto es una excusa para justificar su falta de “drive”, o eso me parece. La cosa es que ahí estaba mi amigo Frank, el amante de la resonancia joyceana, con una cara extraña que no supe calificar y muy sonriente. Me había traído el libro de Flannel O´Brian (The Third Policeman). Me anotó sus teléfonos y su email y me dijo que le escribiera para decirle qué me había parecido.

Los Brit no nos estaban dando para mucho. Hasta entonces no había pasado nada que me pareciera interesante y ellos tampoco comentaron nada especial. Les gustaba Oasis, que se llevaron el premio a grupo “alucinante” (más info aquí) “aunque son demasiado ricos para ser todo lo malos que pretender ser” (Frank), o “el cantante canta bien” John. “El segundo disco tenía problemas de concepción y el tercero directamente era “pointless” (sin sentido) según comentaba Keiran, una fuente que empieza a no ser tan fiable: el otro día alababa mucho a Amy Winehouse (que a mí me parece que tiene una voz estupenda, pero que se podía asear un poco ;-)) y dijo que una de sus canciones tenía una de las mejores letras de los últimos tiempos, cuando según pude entender su mérito consistía en usar la palabra “fuckerer”. Esta tipa, londinense de Candem (Totenham Court Road), tiene voz de negra y mucho gusto para cantar. John El Listo pasó la mayor parte de la noche liándose porros (yo no sé si es que hizo un montón para almacenarlos o los hacía a velocidad microscópica), haciéndose el remolón cuando su hermano le pedía colaboración con la cena (chile con carne y ensalada) o poniéndonos viejas cintas de programas de humor. Les interesaban sobre todo las de unos tales Vic y Bob , muy típicos de principios de los noventa, con un enfoque dadá (intervención de Frank identificando la palabra dadá erroneamente como española; tuvimos artistas dadá, pero la palabra es francesa), influencia de los Monty Python y el punk y mucho revival (usan escenas de series antiguas y las doblan). Los anglosajones de la sala (un escocés, dos irlandeses y un inglés) se doblaban de risa y yo la verdad sólo entendía un porcentaje pequeño, me reía poco, pero además sospechaba que si hubiera estado en español tampoco me hubiera reído (lo del humor es muy personal, me parece; a mí pocos humoristas me hacen gracia). Lo que sí fue interesante fue conocer de primera mano algo que parece una costumbre muy inglesa: ver juntos viejos programas de humor y comentarlos durante largas horas. O eso me contó S que tampoco parecía demasiado divertida con aquello, pero conocía a algunos actores y lo seguía mejor que yo, al parecer.

¿Es real la realidad?
Mientras estábamos en el momento televisión pasó algo gracioso. Estábamos viendo las cintas de humor con cambios esporádicos a telediarios y fragmentos de los Brit Awards cuando de repente se oyó una noticia de la BBC que decía que en las iglesias católicas de Londres el porcentaje de emigrantes sin papeles superaba el 66 por ciento (2/3 decía exactamente). Se veían escenas de una iglesia por dentro y gente agarrada de las manos y bailando y cantando. A mí me parecía la cosa menos católica del mundo, pero luego sacaban personas con cara levemente cubana o sudamericana diciendo que su parroquia les había dado mucho y cosas semejantes, con un acento que sonaba hispanoamericano. El locutor añadía que cuanto más pobre y más sin papeles era la persona mayor era su fervor católico. Yo al principio pensé que era un cachondeo o al menos una información muy inexacta (aquí es relativamente frecuente que digan cosas inexactas sobre asuntos que tú conoces bien pero que están lejos de Inglaterra) pero en seguida las risotadas de los presentes y los comentarios jocosos derivados de la broma/noticia me empezaron a molestar: cierto o no, no me parecía que uno debiera reirse de unos emigrantes ni de la religión católica (porque unos y otros sí existen fuera de la noticia concreta y es difícil disociar de qué se ríe uno cuando se ríe de estas cosas). Si la noticia era ficticia, al menos los inmigrantes y los católicos merecían respeto. No me enfadé –hubiera sido absurdo, entre otras cosas porque ahí corrían bastante los porros y el vino- pero me pareció que el clima general era poco respetuoso con realidades sensibles. O será que me salió la vena nacionalista “my way” que a veces tengo.

Momento rosa con los Brit Awards
También se rieron mucho de Corinne Bailey Rae , una tipa que sobre el escenario no da muy bien (tiene un rollo naif/feista/sexual que combinado con la mirada astigmática y los movimientos como de niña ñoña le hace perder mucho) pero que tiene una voz muy dulce para mi gusto y que le da una frescura a las canciones que es muy difícil de conseguir, creo. Cierto que llevaba un pelo rizado cortito con una cinta como de colegiala (pelín desaseada), una minifalda y las piernas bañadas en plata y que la forma de mirar asimétrica en lugar de parecer soñadora como otras veces resultaba simplemente rarísima (foto e info en inglés aquí) , pero no creo que el “unnecessary ordinary” de John (que hace pensar en que hubiera un nivel de ordinariez necesario y aceptable, o sea que se puede ser “ordinary and cool at the same time”, en castizo, arreglá pero informal, ¿con chandal y tacones?) decía que no creo que aquel “unnecessary ordinary” fuera merecido. Los Take That –que se llevaron uno de los premios- les parecieron de un cierto patetismo y lo eran, especialmente el del botox y la camisa ceñida para presumir de gimnasio, más conocido como Gary Barlow (la foto no es de ese momento, pero uno se hace una idea yendo aquí ).

No tan ocurrentes
La cosa es que determinadas gracias y temperamentos van perdiendo interés con la repetición. No es exactamente que repitieran los chistes, sino que, por ejemplo, de repente los comentarios de Frank sobre las comedias que veíamos (Elsinora, esto que ves es una disociación, separan completamente los comentarios de los personajes y eso produce risa. Frank, hijo mío, eso ya lo veo yo, lo que necesitaría que me explicaras es el contexto cultural, a qué viene tal y cual comentario, es decir, lo local, que de lo universal ya me ocupo yo, bilingüe no seré, pero humana sí), por más didáctica que fuera su intención terminaban en el sinsentido y me hacían preguntarme por qué me había parecido un tipo tan culto la primera vez (tengo una teoría sobre Frank que ya explicaré otro día).

Personaje en ausencia
A la madre de los hermanos no la vi. La casa tiene dos pisos y la madre debía estar en el de arriba. Pesaba sobre nosotros como una presencia presentida aunque invisible. Me la imaginaba rubia y gruesa, no sé por qué. Había elementos allí para una película de miedo. Zona desconocida, casa extraña como parada en el tiempo, la madre impedida, los hermanos bohemios, corre la bebida… En fin, no sigo. Como cosa curiosa diré que en el baño de la cocina justo en frente de la taza había un cartel de “se está grabando” (o rodaje en curso) y un marco con una foto de un teletubbie con una soga al cuello, además de varios rollos de papel higiénico terminados y demás rarezas/guarradas. Me hizo gracia lo de los carteles, no tanto por los carteles en sí sino porque te hacía pensar en alguien pensando en ponerlos y anticipándose al efecto que podrían causar. Mucha imaginación pensé entonces, y ahora pienso que sobre todo mucho tiempo (que ya podían dedicar a limpiar la casa por ejemplo).

Tres formas de volver a casa (como Odiseo/Ulises)
Volvimos en coche, más tarde de lo que me hubiera gustado ( sigo bastante liada y era entre semana) en medio de un Londres silencioso y acogedor, a pesar de que los cristales estaban muy empañados y hacía un frío helador. Yo iba en la parte de atrás, absorta en la contemplación de casas y calles por las que no había pasado nunca, pensando lo mucho que me gusta ir en coche por la noche y en las ventajas de ser una “adosada” -en mi círculo de siempre desconectar de esa manera se consideraría maleducado-, mientras en los asientos de delante el obeso Tom (a pronunciarse Tam, porque es escocés) se peleaba con sus ciento y pico kilos y su par de cervezas y su torpeza congénita y con la niebla y S. se peleaba con las ganas de sustituir a Tam al volante (al llegar a casa me estuvo diciendo que él conduce de pena… no sé por qué no se ofreció a conducir ella).

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Información general sobre el dúo Vic y Bobaquí
Londres es un pañuelo, ¿adivináis dónde se fraguó esta pareja cómica? La pista está en el link anterior, epígrafe History, pero para un acceso más directo puedes pinchar aquí . Por otra parte, Bob solía vivir a media hora de mi barrio, según leo en la web de la BBC.
La Pérfida también es un pañuelo, Corinne Bailey Rae y Vic (James Roderick) pertenecen a la conexión Leeds, de la que hablaré en otro momento. Corinne, a su vez, pertenece a la conexión West Indies a la que me sumo yo y a la conexión English college de Leeds, porque allí obtuvo su “degree”.
Información sobre sus libros aquí.
Sobre Reginald Perrin, un montón de información en inglés, pero con fotos, aquí

Enlaces sobre humor aquí precisamente.
Se ve que esto de estudiar literatura comparada me hace buscar patrones comunes por todas partes… y el hecho de estar analizando ahora la película 2001: A Space Odyssey de Kubrick también ayuda a buscar trasfondos peregrinos y claves ocultas.