Susto en la bandeja de entrada

Ya se sabe que el marketing busca formas cada vez más personalizadas de acercarse a uno, pero esas aproximaciones a veces producen monstruos.
Veamos un ejemplo. El otro día, al abrir el correo, me topé con un mensaje de mi banco que decí­a así­: ELSINORA, tus hijos merecen lo mejor.
Hay que ser muy mala gente o muy retorcido para disentir de la lógica de esta afirmación: mis hijos potencialmente se merecen lo mejor… o se lo merecerían si existieran. Pero no existen (por ahora), así que detendré toda tentación de poner en marcha una supuesta vena neurótica en plan “¿acaso no estoy ocupándome de mis hijos como debo?” “¿les falta algo?” (lo más importante, les falta la vida), “¿deberí­a cambiarles de colegio?”.
En fin, menudos sustos me dan las mentes preclaras de marketing o publicidad de algunos bancos…