De todo se aprende: la invasión de los ultraacentos

Como os contaba aquí, de repente el blog se me había llenado de símbolos infernales, exabruptos ortográficos o anacolutos como diría el muñegote que hacía de Julio Anguita en las noticias del Guiñol de hace años…

De repente las eñes y los signos de apertura de interrogación habían mutado a cosas como “ñ” y las “aes” acentuadas llevaban incorporada una admiración (á) y las “es” acentuadas incluían el signo de copyright (é)… Todo el blog estaba en un grito, títulos, post enteros, comentarios, cuentos… ni un solo acento y en su lugar un ejército de insectos gritones desparramados por todas las esquinas, prestos a darte un puñetazo en los ojos…

Aspecto del editor de WordPress
Haciendo memoria creo que lo que pasó es que tuve que cambiar la plantilla del blog por algún problema y resultó que la plantilla elegida no soportaba acentos, ni eñes ni apertura de interrogaciones por lo que automáticamente todos estos signos de las más de setecientas entradas que hay en el blog se convirtieron en signos del demonio.

Al detectar el problema volví a cambiar a una plantilla que sí soportaba los acentos pero la “conversión” no se revirtió, así que tenía dos opciones, o dejar aquellos anacolutos poblando mis textos o ir corrigiéndolos poco a poco. (Otra opción habría sido tener un back up del sitio y de la base de datos, pero lo cierto es que no disponía de ello…).

Hasta donde yo sé, no hay un software que te corrija sobre WordPress problemas como este por lotes (si lo hay y lo conocéis, ¡favor de hacérmelo saber en un comentario!), así que lo que estoy haciendo es corregir a mano los post cortos y con los largos pego el contenido en Word, hago un Buscar- Reemplazar (indicando en “Más” que deben coincidir mayúsculas y minúsculas) para cada modalidad de anacoluto ortográfico y luego vuelvo a pegar en el post original el texto limpio.

Lo comento por si alguno os tropezaseis con este problema, para que podáis ahorrar tiempo con este truco.

La monitora sin alma

Ahí estaba aquel espantajo enfundado en un bañador y con una faldita medio caí­da moviéndose con desgana. El espantajo tendría unos treinta años y un cuerpo delgado, ni muy fuerte ni muy elástico. La piel morena, el pelo rubio teñido y tirando a fosco y aspecto de ser mezcla de español y tunecina o magrebí­.
No es exactamente que se moviera a cámara lenta, ahí­, levantada sobre el bordillo y frente a una veintena de bañistas pero había tal desgana en todo lo que hací­a que daban ganas de darle un buen café a ver si se despertaba.

Pies al borde de la piscina

Era una clase de algo llamado AquaLatino, una especie de aerobic en agua con cuarto y mitad de bailes latinos, lo que hací­a que el delito de la monitora fuera mayor aún, porque si es grave impartir una clase de aquagym entre bostezo y bostezo si encima la clase está salpicada de bailes latinos la falta de sangre en las venas lo volvía todo mucho más gris aún.

Está claro que cualquier actividad que uno realice en la vida se beneficia si quien la practica le pone corazón. Pero en áreas como la enseñanza, la expresión corporal o la educación física tener un monitor que no se cree lo que hace o que tiene la tensión arterial bajo cero es especialmente grave.