Ahí estaba yo, revolviendo en la cocina llena de ansiedad, cual yonqui de los ochenta atracando una farmacia. Y diréis, ¿qué hacías, tenías un mono repentino de sustancias prohibidas por la pitonisa Lola? ¿Ibas por un chute de aceite de oliva o un buen trozo de pan, con su harina de trigo y su levadura, tras meses de tenerlo prohibido por el nutricionista? No, en realidad buscaba un cuaderno de hojas cuadriculadas y sabía que el cuadernillo de la lista de la compra tenía esas características.
¿Y para qué quería yo un papel cuadriculado en la era de internet, los Iphone y los lectores electrónicos? ¿Acaso había un apagón?
La cosa es simple, tras varios años sin rellenar un solo sudoku, ayer sábado cometí el error de rellenar uno como quien no quiere la cosa en un VIPS, mientras comía con un amigo y su hijo. Poco sabía yo que el cuadernillo para niños menores de 12 años pudiera contener un arma de destrucción intensiva bajo el título de “Sudoku difícil”.
Confieso que soy un poco compulsiva con algunas cosas, por ejemplo, la videoconsola. Hace unos cuantos años los Reyes me trajeron una Nintendo DS con el Brain Training del doctor Takashima. Me dediqué a hacer cuentas, tratar de memorizar listas y demás (mi edad mental era bastante desalentadora, por si a alguien le interesa), pero lo que más me enganchó fue con diferencia el Sudoku. No es que se me diera especialmente bien (soy más bien de letras) pero había algo adictivo en la sensación de orden que te proporcionaba conseguir rellenar correctamente aquellos cuadraditos y cierto afán de demostrar tu capacidad ante un ente abstracto que al parecer siempre estaba ahí, mirándome fijamente. Tras agotar las baterías con insistencia (cómo odiaba el momento en que aparecía la luz roja que indicaba que había que correr a por el cargador) entendí la razón de las advertencias que acompañaban a la consola sobre problemas musculares y molestias en la vista por un uso demasiado prolongado.
Me terminé cansando de los sudokus y probé otros programas como el de Francés que también resultó muy adictivo, sobre todo el Bloquebulario (una especie de tetris para formar palabras en francés). En este juego eliges un profesor que te va guiando a través de tus progresos, pues bien, el mío indefectiblemente me acababa diciendo que ya estaba bien por hoy, que descansara un poco y que así fijaría mejor lo aprendido… pero es que yo no quería fijar mejor lo aprendido, yo quería seguir jugando y hacer más puntos, completar más palabras…
Con el programa de Eye Training (destinado a mejorar tu percepción y memoria visual, visión periférica, concentración etc) me pasó algo semejante, había pruebas que me gustaban más que otras, pero la de descubrir dónde estaba el guisante me enganchaba y también la de bateador de béisbol. Por el contrario, la parte de contabilizar los muñequitos que entraban y salían de una casa me irritaba un poco.
La cuestión es que el “Sudoku díficil” del Vips para niños menores de 12 años era fácil para un adulto con una mínima práctica y cuando llegué a casa y me puse a leer El País, contrariamente a lo que hago siempre, no pasé de largo la página de pasatiempos y decidí resolver el Sudoku díficil. Este era difícil de verdad, así que me enzarcé un buen rato y como lo estaba haciendo con bolígrafo y no en la pantalla interactiva de la Nintendo que te permite tomar notas y borrar y te avisa cuando te equivocas al poco rato había organizado un pequeño desastre ilegible. Necesitaba una hoja nueva, a ser posible cuadriculada para que las matrices no fueran un desastre de líneas torcidas, así que me puse a buscarla. La encontré en la cocina y me puse a copiar la matriz del sudoku en plan posesa y a rellenar el pasatiempo. La cosa resultó muy laboriosa (se ve que estaba muy desentrenada y los números no son lo mío) pero finalmente lo conseguí y ardo en deseos de bajar a la calle a comprar el periódico de hoy para comprobar la solución (casi seguro que está bien, porque cumple los requisitos).
A todo esto no encuentro la Nintendo DS, no sé si la escondí muy bien para evitar engancharme a ella o si algún espabilado se ha hecho con ella en un descuido… Si ven a un extraño con una Nintendo DS rosa díganle que me la devuelva, que es mía…
Pero en fin, hay que tener cuidado con los pasatiempos infantiles del VIPS, que los carga el diablo. Por cierto, creo que hay una errata en la sopa de letras de esos pasatiempos para niños, porque me pareció que la palabra TOMATE no aparece; sino TOMATI y TOMATT, pero tampoco lo puedo asegurar, porque no quise obsesionarme con el tema y me puse con el postre, una mus de chocolate, otra cosa que engancha bastante… ummm.