Gran Hermano no VIP

Una amiga que acaba de leer “1984”, la novela de George Orwell en la que se habla por primera vez de Gran Hermano (Big Brother) me ha estado hablando del Ministerio de la Verdad y otras instituciones mencionadas en el libro y de su relación con espacios reales en Londres.

Y eso me ha recordado las tardes que pasaba estudiando en Senate House, que es donde Orwell ubicó en su novela el Ministerio de la Verdad, inspirándose al parecer en que el edificio albergó el Ministerio de la Información durante la Segunda Guerra Mundial. Aquí os dejo enlace a un post sobre ello Biblioteca de Babel en el corazón de Londres

Cuidadín con las pantallas… porque el Gran Hermano vigila…

Más superpoderes de mi madre

El otro día os contaba sobre el superpoder de mi madre para dar nombres alternativos a fenómenos como Twitter. La cosa no queda ahí porque tiene en su haber otros bautismos más claros en su intención: el “Gran Hermano” de Mercedes Milá se llamaba muy oportunamente “La casita de la bruja”; el programa de cine de José Luis Garci (llamado “¡Qué grande es el cine!”) recibí­a el nombre de “Los magistrales”, dado que el 90% del tiempo lo dedicaban los contertulios a declarar que tal escena era “magistral, magistral” o lo magistrales que eran las piernas de Cyd Charisse y Tómbola era por supuesto “Los maleducados”.

Lamentablemente ahora creo que pocos programas se libran de pertenecer a la categorí­a “maleducados”, cuando no ingresan directamente en la categoría “juzgado de guardia”.
Pero en fin…

Black Swan/Cisne negro: lo que pudo haber sido y no fue

Digámoslo pronto, Black Swan saca sobresaliente en la parte visual, estética, interpretativa y emocional y se gana un enorme “necesita mejorar” en el apartado del sentido. Así pues la decisión de verla o no verla tendrá que ver con lo mucho o lo poco que pese el sentido para ti como espectador de cine. A mí me gustó ver la película, pero la película no me gustó.

El crítico Owen Gleiberman resume la cinta con una enorme brevedad y contundencia: “Diversión pulp morbosa y sensual, con un atractivo de cuento de hadas sensacionalista. No puedes tomarla demasiado en serio pero tampoco puedes apartar los ojos de ella” (Owen Gleiberman: Entertainment Weekly; el resumen en español lo he sacado de http://www.filmaffinity.com/es/film458406.html; crítica completa en inglés: http://www.ew.com/ew/article/0,,20446266,00.html).

Para Rex Reed, “Este ejercicio de histeria es tan extravagante que no sabes si gritar o reír. A pesar de una apasionante interpretación de Natalie Portman, no es más que una “Repulsión” en zapatillas de baile y magníficamente escenografiada” (Rex Reed: The New York Observer; el resumen en español lo he sacado de http://www.filmaffinity.com/es/film458406.html; la crítica completa en inglés titulada “Fowl Play: Black Swan Is an Overhyped Ugly Duckling“, que en traducción libre vendría a ser algo tipo: “Entre aves anda el juego: el cisne negro es un patito feo sobrevalorado”).

Pero detengámonos a analizar la película con más detalle. La crítica de Carlos Boyero me parece muy acertada: “Si no apareciera la firma de Aronofsky en Black swan, podrías apostar a que esta película la habían dirigido a medias el Polanski de Repulsión y el Haneke de La pianista. Durante gran parte del metraje posee el estilo visual, la atmósfera, las obsesiones, el tono enfermizo y perturbador, las perversiones mentales de esos dos cualificados buceadores del mal. En el desenlace aparece desgraciadamente lo peor de Aronofsky, su afición al desmadre, sus caprichosos delirios, su vocación de epatar.

Antes ha narrado de forma modélica los ensayos para una nueva versión del ballet El lago de los cisnes, la subterránea y maquiavélica lucha entre las bailarinas para conseguir el protagonismo. Aronofsky combina el psicologismo, la intriga y el terror describiendo la esquizofrénica personalidad de una mujer vampirizada por su madre, deseada por el retorcido director de la obra, manipulada por sus feroces competidoras, alguien que encarna con naturalidad la pureza del cisne blanco pero que descubre su lado oscuro, su facilidad para transformarse en el tenebroso cisne negro.

Aronofsky cuenta esta temible historia con poderoso sentido visual, con suspense, con desasosiego. Da mucho miedo el infierno mental que vive esa mujer con anverso angelical y reverso demoniaco, sus automutilaciones, su problemática sexualidad. El inquietante talento del director y la maravillosa interpretación que realiza Natalie Portman de los fantasmas que acorralan a ese trágico personaje, logran permanente hipnosis en el espectador. Por ello resulta aún más enervante que al final ese turbio universo se convierta en un esperpento barato, en efectismo hueco…”. Crítica completa de Carlos Boyero en El País.

Y diréis, ¿en realidad cuál es el problema con el final o con el argumento? Pues el problema es que el trabajo de la película con la metáfora del doble (parte buena y parte mala, el sustituto, la tensión razón-emoción) y la persecución se entremezclan con la enfermedad mental del personaje principal y al final esas escenas y esa trama tan barroca terminan siendo la historia de una pobre chica paranoica y atribulada que hace la interpretación de su vida a costa de su propia vida porque es incapaz de entender qué significa exactamente sentir en el ámbito artístico (o porque en lugar de intentar arreglar su vida se centra en ser la bailarina más apta para un papel).

En otras palabras, al haber elegido como soporte de la trama principal (y del sentido) a una desequilibrada y no haber diferenciado claramente sus desvaríos del tratamiento metafórico a lo largo del film, la conclusión de la película no es aplicable de forma universal. Para saber que hay gente loca que se toma su trabajo demasiado en serio, que está llena de traumas y complejos y que se encamina hacia su propia destrucción no hacía falta montar tanto tinglado.

Datos detallados de la película:

Como siempre hay que conocer las dos caras de la noticia y como la película le habrá gustado a mucha gente pongo enlace a una crítica elogiosa de Sergi Sánchez: http://www.larazon.es/noticia/6794-black-swan-el-arte-con-sangre-entra

Los abrazos rotos: Entre todos la mataron y ella sola se murió

Esto no es una crítica (ni tampoco una pipa), sino más bien una reflexión personal en voz alta, de manera que el texto que viene a continuación no es ni lo sistemático ni lo completo que se debe esperar de una crítica de cine profesional. Además, como no quiero estropearle la película a quien no la haya visto, no entro mucho en detalles respecto a la trama, razón por la que algunas explicaciones pueden parecer poco explí­citas.

abrazo

Las pelis de Almodóvar -ya se sabe- tienen un punto de culebrón y los culebrones, como género, descansan sobre dos bases fundamentales: la intriga, es decir, las ganas de conocer el siguiente giro argumental y la implicación emotiva del espectador respecto a la muy emotiva trama y situaciones descritas (un huérfano, una mujer violada o que recibe maltrato, alguien que oculta un pasado oscuro, etc etc, una mujer infiel).

La última cinta de Pedro Almodóvar no termina de funcionar en lo que se refiere al argumento, no sé si porque tiene un regate de más (como decía Juan Carlos Suñén) y no ha rematado a tiempo y su oportunidad se le ha pasado, o porque tiene uno de menos y el tiro no ha llegado a puerta.

En lo que se refiere al argumento, llega un momento en el que tienes claro de quién es hijo el chaval (aunque no se haya visto aún) y que en realidad no te importa demasiado cómo se fraguara la “traición” respecto a la suerte de la película. Quizá el fallo esté en la mezcla de contenidos/estilos. La peli tiene algo de Lolita (la historia entre Penélope y Jose Luis Gómez; destruir lo que amas etc), una vertiente más poética/intimista (la escena de la foto del beso en pantalla grande, la exploración del mundo de un invidente) y mucho del desparrame y el aire socarrón de otras pelis de Almodóvar (el estilista gay brasileño, la asistente cheli), pero la mezcla (el gazpacho, por usar una imagen de Almodóvar) no termina de cuajar, al menos para mí como espectadora.

Creo que el problema está en que el director se ha metido en un tono/enfoque demasiado contenido (cosas de la edad, supongo) que combina mal con el lado esperpéntico/gamberro/barroco/excesivo que siempre ha tenido. Es como si se hubiera vuelto de repente maduro, clase media y elegante y no hubiera sido capaz de integrar su lado movida madrileña, gamberrismo, bajos fondos, gente sin pasta. Ejemplo de esa madurez es que por primera vez hay un personaje masculino importante que es positivo (el director de cine ciego).

Por otra parte, creo que si uno analiza las pelis de Almodóvar en plan muy mental, casi ninguna sobrevive. El suyo es un cine más de vísceras, que te llega o no te llega a nivel emocional (otra cosa es que uno pueda analizar qué tipo de resortes tienen más probabilidades de llegar a cierto tipo de espectador). Por eso a mí en Inglaterra me gustaban mucho más sus pelis que cuando las veía aquí.

Eso sí, la fotografía y el trabajo visual están muy bien. Y los actores, en líneas generales. Me chirrió la parte en la que Blanca Portillo se confesaba a golpe de gin tonic, porque era demasiado “de libro”, demasiado exagerado (frase-trago; frase-trago; frase-me he quedado sin trago y voy a por más).

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Es posible que publique otra “no-crítica” de Los abrazos rotos, esta vez positiva, si El roto de todos los descosidos se anima a escribirla. Seguiremos informando.