Antes muerta que chinchilla

Sus caras se asoman sobre el capó abierto mientras encienden una herramienta que hace un ruido infernal. Lo malo es que lo que está debajo del capó en realidad es mi boca y los “mecánicos” son mi dentista y su ayudante. Uno pensaría que un momento tan intenso en el que un simple despiste te puede llevar a poner la fresadora sobre la lengua o el diente equivocado es una situación que requiere toda su atención

Continuar leyendo “Antes muerta que chinchilla”

¿Es un pájaro, es un avión? No, ¡es un anacoluto!

¿Es un pájaro, es un avión? No, ¡es un anacoluto!

¿Cómo saber que te encuentras ante un verdadero anacoluto? Es fácil. Cuando estás en clase con uno de estos curiosos especímenes, cada cierto tiempo suena una campana indicando que alguno ha recibido un mensaje. Cada cierto tiempo le suena el móvil a algún ejemplar y el anacoluto sale del aula para seguir hablando. Es característico además de los representantes de esta especie que no estimen necesario localizar el móvil cuanto antes ni por supuesto abandonar el aula rápidamente, sino que más bien encuentren divertido llenar de ruido la clase.

Redes sociales en el móvil

Continuar leyendo “¿Es un pájaro, es un avión? No, ¡es un anacoluto!”

Y sin embargo sigo viva

Por si alguno se lo preguntaba, puedo declarar y declaro que estoy viva, aunque algunas fuerzas del mal hayan intentado neutralizarme de diversas maneras a lo largo del último mes.

En el primer puesto de mi top ten de malos malísimos está el comando “tonto l’haba”, unos obreros sui generis que han tenido a bien acompañarme las últimas semanas con sus golpes y gritos desde los andamios del patio interior de mi casa. Discuten a voces todo el tiempo, dejan caer utensilios y cascotes desde los pisos más altos y sobre todo dominan el arte de poner el andamio justo en la salida de nuestra caldera de manera que nos han dejado sin calefacción ni agua caliente unas tres semanas en pleno invierno, gesto que nunca les podré agradecer lo suficiente…

Figurilla de obrero
Así me imagino al tonto l’haba; Carlos Marín – Pixabay

Lo de “tonto l’haba” es porque uno de ellos con cierta voz de pito se empeña en insultar a otro que está unos pisos más abajo con este calificativo como del siglo XIX, gritando muy alto y de forma muy repetida. Al parecer, según me contó mi hermano, hace unas semanas tuvieron una discusión muy interesante sobre la definición exacta de un ladrillo doble o algo semejante y el de “tonto l’haba” consideraba que el otro tení­a muy poco futuro en la construcción si no distinguía un ladrillo doble de un no sé qué.

Yo no sé si tienen futuro o no en el mundo de las reformas, pero espero que ese futuro sea lo más lejos posible de mí­ y así poder echarme siesta sin estar en medio de un festival de golpes, dormir hasta después de las ocho de la mañana en vacaciones, y cosas exóticas como tomar un baño caliente.

Pero estos deseos van a tardar en cumplirse porque el dueño del piso justo encima del nuestro ha decidido aportar su granito de arena y lanzarse a hacer obras al mismo tiempo.

Festival del horror…

PNL para principiantes

Tengo una amiga muy peculiar que ha leí­do mucho sobre psicologí­a más o menos barata y que al descubrir que su madre, recién operada de una rodilla, se queja con mucha frecuencia usando una expresión muy católica, “Ay, por Dios” (“el ‘Ay’ tiene tono ascendente y el resto se pronuncia cada vez en voz más baja, como si el emisor se quedara exhausto por el camino; explica) ha decidido inyectar positivismo pidiéndole que por cada “Ay por Dios”, entone después un “Estoy súper feliz, estoy súper feliz”, una expresión muy catódica, popularizada por La Esteban.

Sostiene esta amiga que así­ su madre deberá aplicar un esquema positivo, ver el vaso medio lleno en lugar de medio vací­o, que es un enfoque muy usado en la Programación Neurolingüística. Y bueno, yo, que no he leí­do tanto ensayo psicológico más o menos barato, pero he visto algunas series de psicologí­a bastante barata como “Miénteme”, no sé qué decir, y todo eso me suena más a persona ciclotímica o a José Luis Moreno que a persona tratando de animarse, pero en fin, no le quitemos la ilusión a mi amiga…

Insectos

Tengo un amigo al que le están pasando cosas raras; incluso me atrevería a decir que inquietantes. Será por el calor, supongo. Juzgad por vosotros mismos. Día 1, le encargan un proyecto, bastante urgente, le pasan el material, le cuentan la metodología por encima y le dicen que el material que falta (incluido el calendario de entrega) se lo darán en cuanto lo puedan cerrar con fechas reales. De momento, lo que está claro es que debe hacer la primera entrega el día 5. Mientras le dice esto, la persona que se lo dice cae en la cuenta de que el día 5 lo tiene libre, así que tendrá que entregar antes, el 4, aunque la versión no sea definitiva.

Así lo hace mi amigo: entrega el día 4 una versión incompleta que permita al menos a su jefe ver qué cosas encajan y cuáles hay que cambiar para ir perfilando una metodología que sirva para sucesivas entregas (habrá unas 5, más las rondas de revisiones). No hay respuesta hasta 3 días después, y la respuesta es: lo he recibido, cuando lo mire te diré. 3 días esperando para que te digan “ya le informaremos”.

Cara de insecto
Harry Strauss – Pixabay

Y esto ha sido hace 3 días, me cuenta mi amigo con una cara extraña, de rasgos pequeños y reconcentrados como de insecto, con las cejas y las pestañas más negras de lo normal y con los ojos algo febriles de un escarabajo (o una cucaracha, quizá; dentro de tres días quizá nos lo confirmen o quizá acusen recibo de nuestra pregunta) y añade que lo que más teme es que a partir de ahora los plazos de contestación no sean de 3 días sino de 9, que no puede dormir pensando en que las no contestaciones con textos vacíos tipo “Estas cosas se toman su tiempo. Entiéndalo. Ya le informaremos” adoptan una progresión geométrica diabólica y en fin, es claro que ciertos insectos afloran con el calor, basta caminar de noche por las calles de las ciudades para observar en ciertos puntos a esos seres oscuros arrastrándose por el suelo, ejércitos de ellos, y es evidente que este amigo mío es un simple freelance en medio de un ejército de trabajadores freelance y de gente en paro en medio de este mes de agosto agobiante y que los textos incomprensibles siempre fueron del agrado de Joseph Kafka, pero es que además este amigo jura y perjura que el otro día recibió un correo de un remitente desconocido cuyo Asunto era “Cursos de metamorfosis” y que por tanto -concluye lleno de pavor- es evidente que nada obedece a la casualidad y que algún ser, divino, humano o responsable de marketing la ha tomado con él y que está acabado.

Yo me digo a mí misma que será el calor, mezclado con la depresión post-vacacional y que en cierta forma, mi amigo se lo ha buscado por ir de freelance por la vida. Si fuera un funcionario como el resto de nosotros sería él quien mandase los correos insípidos cada tres días y no tendría queja alguna, salvo quizá contra algún insecto molesto, empeñado en obtener su atención más a menudo de lo que le corresponde.